viernes, 1 de mayo de 2009


Me siento frente al ordenador y comienzo a escribir, porque no tengo nada que decir, porque nada relevante ha sucedido, por eso escribo, por el simple placer de tejer palabra tras palabra, por el mero hecho de enfrentar a la poética frente a la arquitectura. Y es que ¿a quién le importa lo que me suceda? A nadie compadre, a nadie me respondo a mi mismo y entonces ¿Por qué no saliste al encuentro de la noche en vez de amontonar vocablos inconexos? Porque la noche ya me conoce, y le debo muchas rondas en las barras de esos bares en los que huele a tabaco y a recién fregado y la gente entra y sale y sale y entra de una manera totalmente desacompasada, sin saber muy bien porqué hace ni una cosa ni la otra, simplemente porque en esos lugares no encuentra lo que andaba esperando durante toda la semana, el chico con el jersey de rayas que estaba el sábado pasado hoy no aparece y por tanto ya no tiene sentido seguir oyendo esa música y la chica de la diadema verde con la que hablaste hace un par de viernes parece que se retrasa ¿por qué no salimos fuera? y ese es el ciclo de la noche para algunos, para la mayoría. La noche es el juez que imparte justicia impepinablemente jornada tras jornada, en el caso concreto de cada acusado, como ya he anunciado yo no tengo nada que contar puesto que no me ha sucedido nada, por ese motivo en cuanto apague el Pc, me acostaré y mañana será otro día y otro juicio al que asistir, en cambio a otros, les espera una dura sentencia todavía.
Como podeis ver, sentarse a escribir sin premeditación y sin un esquema léxico-poético sobre el que sustentarse es todo un desastre para el lector, porque el lector busca algo, dentro de este saco de frases descolocadas y oraciones metidas a presión, busca por lo menos una idea que le sirva para algo o por lo menos una oración que le parezca graciosa o le resulte conmovedora, pero les adelanto y mi información es de primera mano, tanto que mi mano en este momento es el cerebro que guía la ruta de este texto, que aquí, en esta entrada, no van a encontrar nada de provecho, y es que es una chistera sin conejo, un bolsillo de Doraemon sin gorrocoptero, simplemente es un pasatiempos que un servidor se ha buscado, para plasmar su vanidad a modo de literatura y por eso escribo , con la certeza (carente de fundamentos) y la esperanza, aunque certeza y esperanza pueden llegar a ser contradictorias, de que habrá algún curioso que se dejará caer pro aquí para ver qué ha escrito un átomo insignificante como yo. Y por eso escribo, para hacer de mi vanidad un pasatiempos.

3 comentarios:

Paula dijo...

Una curiosa se dejó caer por aquí. Yo hace mucho que no escribo porque no me sale nada. Me encanta la sinceridad de tu actualización y, sobre todo, un bolsillo de doraemon sin gorrocóptero XD

Garrós dijo...

átomo insignificante llamando a átomo insignificante: me recibes?

sincero

Rocket Man dijo...

Escribir por escribir. Escribir sin nada que escribir. ¿Y qué le es propio al escribir sino escribir? Escribir lo propio es lo propio de escribir, ¿no? Escribir justo, por tanto. Escribir a-justado. Escribir que se atiende a sí mismo. Escribir de sí. ¿De sí? ¿Y cómo se escribe "escribir"? En latín escribir se escribe "scribere"; en griego "skarifáomai"; "schreiben", alemán; "scriobhaim", irlandés; "write", inglés. Todos sus "escriberes" se escriben parecido. ¿Y qué significa? En el original, "rayar un contorno","romper" o "rasgar". Entonces, ¿qué significa "escribir por escribir"? ¿Rayar por rayar? ¿Romper por romper? Rayar que se raya. Romper que se rompe. Escribir que se escribe. Escribir que se raya. Escribir que se rompe. Escribir que se des-cribe. Escribir que se ins-cribe en sí mismo. ¿Des-cripción que se ins-cribe en su propia des-cripción? Descripción de la descripción. ¿Romper lo roto? ¿Cómo hacerlo? Arreglándolo, claro. Negación de la negación: afirmación, dice los lógicos. Afirmación de la afirmación, también afirmación, claro. ¿Escribir que escribe? Escribir que se afirma. Escribir que se re-afirma, mejor. Escribir que se firma. Escribir también firme. Firma firme. ¿Y lo firme cómo se raya, cómo se rompe, cómo se escribe? Paradójico. Sólo un modo de resolverlo, de escribir su resolución: Escribir firme entonces, que por firme, traiciona su etimología, su origen. Escribir que no atiende a lo que se ha escrito sobre él. Escribir que no atiende a lo escrito. Escribir que olvida el pasado. Escribir que también se deshace de futuros, ya no que no quiere tener nada que escribir. Escribir presente. Siempre presente. Escribir lo presente. Lo siempre presente. ¿Y qué le es presente al escribir sino su propio escribir? Escribir amnésico. Por tanto, una vez más, hagamos enfásis en esto, escribámoslo con enfásis. ESCRIBIR QUE SE TRAICIONA. Escribir traidor y traicionado. Escribir mártir y verdugo de sí mismo. Escribir que odia. Escribir culpable de escribir-se. Escribir anónimo que se escribe anónimanete. ¿Por qué se sigue llamando a esto escribir? Porque no queda más remedio. Al final, se escribe sin remedio. Sin remedios. Escribir irremediable. Escribir sin medios y sin miedos para escribir. Escribir valiente.
No escribir sin nada que escribir, sino más bien, escribir hasta que no quede nada más que escribir que el propio escribir. Escribir en el límite. Escribir que se agota, porque agota. ¡Que se agota en escribir porque agota lo que escribir! Escribir sin nada que escribir jamás. Más bien, ¡sin nada que escribir por escribir! Heróismo del escribir. Escribir para el heroísmo. ¡Héroe escritor!