lunes, 1 de noviembre de 2010

Sólo por un instante imagina que todo cambia, que nada se mantiene tal y como ahora lo conocemos y que la perfecta sintonía de las constelaciones, pierde el paso en este precioso baile y todo finaliza en un desorden contiínuo e imparable. En ese mismo momento me atrevería a besarte sin tener en cuenta tu reacción posterior, sin pensar en el calor de tu voz alejándose de mí, sin detenerme a meditar en las noches que perdería sin tu amistad. Si mañana se acabase este efecto mariposa llamado vida, me acercaría lentamente hacia tu cuello, es impensable la manera, pero contendría mis deseos con tal de estar a la altura. Una vez que nuestro pelo se confundiese, sin saber en que parte empieza el tuyo y acaba el mío, se reabalarían de mis labios algunas palabras que tengo guardadas para ti desde el momento en que te conocí, desde la primera vez que sabía que mirarte no era un juego, y que por el contrario, me iba la vida en ello.
No sé si me consigo explicar o si tú serás capaz de entenderme, nada más quiero decirte que si supiese que me quedan unas pocas horas de vida para nada las pasaría llorando, sino que me armaría de valor y con la fuerza que da el desconcierto, intentaría hacerte saber, lo que no consigo en condiciones normales. Simplemente, mirarnos sin morirme, sino moririme en tus brazos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Para morir de precioso.