domingo, 8 de noviembre de 2009


Qué difícil es distinguir el horizonte ante la inmensa cercanía de una imagen, pero por mucho que estiramos los brazos, siempre se quedan cortos para estar un poco más cerca de aquello que ansíamos atrapar porque cerramos la mano y cuando abrimos el puño para observar lo conseguido, el aire nos golpea en el rostro sin saber a ciencia cierta , si verdaderamente, hemos sido capaces de asir el viento.
Esta historia se repite una y mil veces en nuestro tránsito vital, no sabemos nunca qué aprendemos ni que aprehendemos, ni somos conscientes de todas esas gaviotas que se escapan de nuestros dedos tras bordear el mar, no sabemos ver más allá de nuestras pestañas, ni sentir más acá de un abrazo.
¿ Y qué importa todo esto cuando me separa todo un mar de mi hogar? Cuando miro al mar la metafísica queda reducida a un pequeño grano de arena sobre el que se asientan mis pies, la brisa alborota mis sentidos y atora la razón, sólo sé distinguir el contínuo fluir de las olas y esa voz tan conocida que me habla con tal cercanía que mis brazos sí que consiguen abrazarla.
Desde Liverpool, Titán pa´tus cojones de nuevo.
Gracias Laura por la foto y por todas las heridas tapadas a golpe de sonrisas

1 comentario:

Neri dijo...

gracias a tí......aqui te dejo otra, para que la guardes de resrva :)