sábado, 4 de agosto de 2012

Hundir la flota


Vengo al papel con las manos cargadas de palabras que necesito disparar una a una directas a ese corazón "tan duro y tan frágil como yo", con la intención del dinamitero novel y con la experiencia del tahúr que ha perdido su alma en las salas de juego. Nada de ensayos ni divagaciones, los objetivos están marcados, te juro que no tendrás escapatoria. Voy a romperte en mil pedazos por dentro, voy a sacarte uno a uno los sentimientos hasta que clames al cielo gritando que el mundo es tuyo, y que te faltan horas para sacarle provecho a los días. Callas. Y cuanto más callas más honda se hace la herida. Pero ahora mismo vas a salir de la madriguera, con las manos detrás de la cabeza donde yo las pueda ver. Te tengo rodeada. Ahora, muy despacio, vas a caminar lentamente hacia mí. Uno, dos, ¡Eso es! tres... Estamos muy cerca, tal vez demasiado y es que mi corazón late tan deprisa que en verdad parece una metralleta de calibre 22 que me desgarra por dentro, como ocurre siempre, siempre que te tengo a menos de un metro. ¡Mirado y hundido!

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