lunes, 26 de julio de 2010

Llegó la hora de sentarnos frente a frente y desenmascarar todo ese inventario de sentimientos que aquel día disfrazamos, de rencores e inmadureces para poder sobrevivir, aunque fuera de mala gana y peores maneras, a eso que comúnmente denominamos día a día.
No dilatemos más lo innecesario, lo banal, la tormenta que nos arrastra hacia un naufragio poco acogedor. Sentémonos y hablemos.Empezar es simpre lo peor. Menuda contradicción. Ambos sabemos que después del comienzo se esconde un final baldío e hiriente del cual, pocos son los afortunados que consiguen escapar.Sigues las huellas del segundero que hay en la pared colgado, continuas su trayectoria, te paras momentaneamente en cada una de sus pisadas, te sirve de distracción, a mí me vale tu respiración. Vuelves a la carretera del desaliento, repentinamente te frenas ante el obstáculo de mi mirada, borracha de amargura, pisas el freno al máximo y consigues detener tus emociones a medio suspiro de mí. Parece que no va a ser necesario confesar lo evidente, nuestras ganas de besarnos están mucho más cerca que nuestros labios, y seguiremos manteniendo las distancias, por lo menos hasta mañana o hasta dentro de un mes o tal vez de diez años.
Te marchas, a veinte metros de ti, pierdo la capacidad de descifrar la maquinaria de tu cabeza, sacas el ipod de tu bolso, siempre caído, y te deslizarás entre la multitud de personas correderas.
En mi caso, tampoco puedo saber lo que pienso, cojo mi ipod, y me pierdo en una acogedora soledad, no pensaré más en ti, hasta que me ponga a escribir lo sucedido, es decir, hasta ahora.

2 comentarios:

DrWiler dijo...

Buen final, text-uro!

Anónimo dijo...

Y cómo libera escribirlo, sacarlo fuera, yo creo o para mi es una terapia escribir, aunque reconozco que también pagas un precio, por casi todo en esta vida.
Gracias por tu visita y comentario, pocas veces digo lo que te voy a decir a ti, gracias por el enlace, volveré.
Saludos