Muero en cada palabra que escribo.Lentamente. Agonizando en cada una de las letras. Cada frase marca mi senda al suplicio. Sin saber cómo la tinta cambia de color de textura y el cielo se vuelve azul claro entremezclándose con el blanco de las nubes. Perfecta armonía. Maravillosa combinación. Me pierdo en esa paleta de sensaciones que posa ante mis ojos y la pena que sudaba en moldes de lágrimas, se transforma en una perfecta parábola dibujada en mi rostro. Una sonrisa que me invade los ojos, que absorbe las dificultades, que combate los lances y desencuentros del pasado. Es todo instantáneo, mágico, inexplicable. Y el recíproco también se cumple, sin hallar demostración alguna. Como saltar desde un precipicio y sentirse extraordinariamente libre por acariciar el cielo y de repente hallarse tendido en el suelo por un fallo en la amortiguación del racionalismo. Cero, infinito. Reir, llorar. Todo o nada. Esta dualidad que tanto nos desconcierta y que nunca podremos saber a qué responde es muy útil para conocerse bien a sí mismo, para saber cual es el juego que nos traemos entre manos. Sea cual sea la enzima, la neurona o el dios que nos impulsa a sentir esta contradicción repentina, este fuego cruzado de pensamientos y "espasmos" sentimentales, creo que es necesaria y suficiente para entender una cosa, y es que por muy claros que se pongan los días, o por muchas tormentas que tengamos en nuestro interior, sea para bien o para mal, estamos vivos.
Siento ergo sum, y con esto, de momento, me conformo.
Fotografía: Alejandro O. G.
(A veces, un tercio es suficiente para ayudarnos a comprender el juego.)
Dance me to the end of love, espero que esto os sirva para comprender a quien va dirigido, y de dónde ha salido este texto.
1 comentario:
No sé cómo lo haces, pero me dejas siempre con la boca abierta, siempre pienso que es el que más me gusta de lo que he leído, y el próximo, lo supera, y si, todo se resume en ese, estar vivo, que no es poco, y el cielo por montera.
Casualmente hoy yo también escribí algo relacionado con bailar, pero bueno... nada que ver, lo tuyo es infinitamente más profundo y bonito. Me ha gustado mucho el vídeo de Leonard Cohen.
Besos
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